Cuando comencé a visitar las canchas del Ascenso argentino siempre escuchaba el mito de “lo peligrosa que es la cancha de Victoriano Arenas” o lo inaccesible que era ese reducto, ubicado en una península dentro del mismísimo Riachuelo. Me decidí a experimentarlo, invitados en aquel entonces por su presidente Domingo Sganga, mientras filmábamos El otro fútbol. Los caminos de tierra, cruzar la abandonada fábrica de la SIAM y la cancha frente a la villa siempre obtenían de los medios una cobertura sensacionalista, siempre que ocurría algún incidente. Me dieron ganas de retratarlo de manera simple, con mi cámara analógica, un lindo partido de sábado sin más.